Ser voluntaria en la Fundación Tejiendo Sociedad me ha cambiado la vida. Llegué pensando que venía a ayudar, y terminé siendo yo quien más aprendió.

En cada jornada, los abrazos sinceros, las sonrisas tímidas y las historias de lucha me enseñan que dar tiempo y amor es uno de los mayores actos de generosidad.

He participado en jornadas de alimentación, acompañamiento a personas mayores y actividades lúdicas con niños. En todos los espacios he entendido que el voluntariado no es solo servicio: es encuentro.

“Cuando te entregas desde el corazón, el otro se convierte en tu espejo y tu maestro.”

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